lunes, 11 de junio de 2012

POR QUE APEGARNOS TANTO A LA FORMA?


El siguiente extracto lo compartimos con todos pues representa muy bien nuestro trabajo, compartanlo:
"...(el principiante) Entiende por que lo meramente técnico, cuanto pueda aprenderse, tiene que ser practicado concienzudamente hasta el cansancio. Si todo depende de que, olvidados por completo de nosotros mismos y libres de toda intención, nos adaptemos al acontecer, entonces su ejecución exterior tiene que desarrollarse con espontaneidad, prescindiendo de toda reflexión directriz y controladora.
En efecto, la didáctica japonesa conduce a ese incondicional dominio de las formas.
Practicar, repetir y repasar lo repetido en linea ascendente, la caracterizan durante largos periodos. Por lo menos es así con respecto a todas las artes tradicionales. Demostrar, ejemplificar; penetrar por empatia, imitar. He aquí la relación fundamental de la enseñanza, a pesar de que durante las ultimas generaciones, junto con la introducción de nuevas asignaturas, también se introdujo la metodología pedagojica europea y es manejada con innegable comprensión. ¿A que se debe, pues, pese a todo el entusiasmo inicial por lo nuevo, que las artes tradicionales japonesas no hayan sido esencialmente afectadas por esas formas de instrucción?
No es fácil responder a esta pregunta. Sin embargo lo intentare, aunque sea a grandes rasgos, con el fin de destacar mas aun el estilo de enseñanza y, por ende, el significado de la imitación.
El alumno japones trae consigo tres cosas: una buena educación, un apasionado amor por el arte elegido y una veneración incondicional para con el maestro. Desde los tiempos mas remotos la relación maestro y discípulo constituye uno de los lazos fundamentales de la vida, por lo cual entraña una responsabilidad del maestro que rebasa con mucho los limites de la materia que enseña.
Al principio lo único que se exige del alumno es que imite concienzudamente lo que hace el maestro. Poco amigo de prolijos adoctrinamientos y motivaciones, este se limita a unas breves indicaciones y no espera que el alumno haga preguntas. Tranquilamente observa sus tanteos, sin esperar ni independencia ni iniciativa propia, y aguarda con paciencia el crecimiento y la madurez. Los dos tienen tiempo; el maestro no apremia y el alumno no se precipita.
Lejos de querer despertar prematuramente al artista, el maestro considera como su misión primordial convertir al discípulo en un artesano que domine absolutamente el oficio. La incansable diligencia del alumno facilita el logro de tal propósito. Como si no abrigase aspiraciones mas elevadas, se deja imponer la carga con sorda resignación, para descubrir, con el transcurso de los años, que las formas dominadas ya a la perfección no oprimen sino que liberan..."

Eugen Herrigel
Zen en el arte del tiro con arco (extracto)

Extraido del Blog del KI NO MUSUBI DOJO 
www.iwamaryumaipu.blogspot.com

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